Para vencer la regresión autoritaria, trabajemos por las 3 T
- Francisco M. Sánchez Jáuregui
- 26 sept 2024
- 3 Min. de lectura
Mientras estos líderes terminan de darse cuenta que el país ya cambio, que las condiciones son radicalmente diferentes a aquellas que les convirtieron en referentes de la transición democrática, tendremos que empujar una propuesta alternativa de transformación, un cambio de régimen basado en tres T.

26 de septiembre de 2024.- López Obrador se va en pocos días de la Presidencia luego de encabezar el proyecto de transformación que, al estilo de Luis Echeverría, pretendía fuera la cuarta sinfonía de la Revolución mexicana. Esa »revolución pacífica» que llaman Cuarta Transformación y que amplios sectores de la población mexicana ven con simpatía, tiene la cualidad de ser una fachada para lo que ha significado el retorno, en apenas un sexenio, al modelo confeccionado por los caudillos revolucionarios basado en la simbiosis del Partido-Estado.
El Presidente López Obrador aprovechó cada circunstancia que se le presentó para avanzar en su propósito y acelerar los cambios que harían posible el retorno al modelo del partido hegemónico. Supo hablar a las masas de aquellos temas que le importaban al pópulo, entendió las expectativas de amplios sectores sociales y manejó el debate de la vida pública con habilidad. Poco pesaron en el ánimo de las mayorías su pésima gestión de la salud pública, de la deuda, de la corrupción, del desbordado problema de la seguridad pública y el crimen organizado.
Contrario a los que muchos, desde su burbuja, quisieran creer, el proyecto de la Cuarta Transformación es visto con esperanza por aquellos sectores que se sentían olvidados y relegados de la vida pública. El Presidente tuvo el oficio político de quitar intermediarios y hacer creer a muchos de los beneficiarios de los programas sociales que había entre el Presidente de la República y el ciudadano común una nueva relación, casi personal. Las conferencias de prensa diarias han cautivado a estos sectores populares que sienten al Presidente interesado en informarles a ellos directamente, en un lenguaje asequible y hasta pendenciero contra quienes ostentaron el poder en el pasado. Los programas sociales llegan a las familias y estas disfrutan de los subsidios, para algunos por primera vez y en su etapa de mayor necesidad, la vejez.
Tienen razón quienes advierten la regresión y los riesgos del empoderamiento de MORENA para la vida pública. El nuevo Partido-Estado y su complacencia con el crimen organizado marca el inicio de días negros para el país. La forma en que el Presidente ha querido heredar su poder a su hijo Andrés es escandalosa hasta para los líderes de MORENA, rompe todos los marcos en los que se movía el sistema político mexicano, pero es previsible también que, al estilo de Cárdenas, una vez que la presidenta electa siente en la silla presidencial, López Obrador irá perdiendo influencia en la vida pública hasta que esté efectivamente jubilado, por las buenas o por las malas, de él depende su final.
Pero, aunque certeros en el diagnóstico, algunos de esos líderes de la oposición ciudadana que deambulan en las burbujas de la sociedad civil organizada siguen sin atinar una ruta efectiva de configuración alternativa de la vida pública. Pareciera que no encuentran su lugar en el espacio público, su retórica y liderazgo parece emular al de los líderes de los partidos políticos sin serlo. Rompen lanzas contra el Presidente con un amarillismo que les resta credibilidad, y lo trágico, con un lenguaje sofisticado y dogmático. Pretenden ostentar representatividad desde membretes sin estructura y se muestran cómodos en la lógica de líderes de líderes, un modelo que funcionó en los ochenta, cuando se impulsó al sector empresarial a implicarse en la vida política, pero que hoy no le embona a nadie. Se presentan como articuladores de la unidad pero sus posicionamientos y movilizaciones son tan polarizantes como las del Presidente y pocas veces ofrecen una propuesta viable, son mera oposición a todo lo que proponga MORENA. Últimamente se les agotan las palabras para mantener la atención y el interés de los verdaderamente comprometidos con el estado de cosas. Arrinconados luego de que sus aspiraciones de organizar a las clases medias y crear nodos de participación ciudadana que rescataran al país no terminaron de despegar, guardan la esperanza de conservar alguna amistad que los devuelva a influenciar alguno de los gobiernos que le quedan a la oposición.
Mientras estos líderes terminan de darse cuenta que el país ya cambio, que las condiciones son radicalmente diferentes a aquellas que les convirtieron en referentes de la transición democrática, tendremos que empujar una propuesta alternativa de transformación, un cambio de régimen basado en tres T. Hay que pasar a la ofensiva, para vencer a la Cuarta Transformación hemos de resignificar nuestro papel en la vida pública y asumir nosotros, como pueblo, el compromiso especulativo y práctico con las tres T que deben ser el nuevo paradigma de quienes queremos rehabilitar la política: Tierra, Trabajo y Techo para todos. Una ruta de acción que hemos de desarrollar en la próxima entrega.
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