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La fiesta de los Reyes en Cajititlán: Fe, tradición y comunidad viva

  • Foto del escritor: Staff
    Staff
  • 8 ene
  • 3 Min. de lectura

Cada año, en un rincón de Jalisco llamado Cajititlán, ocurre algo mágico. Las calles se llenan de vida, las casas abren sus puertas y el aire se llena de aromas de comida tradicional, cantos y oraciones.


9 de enero de 2025.- Es la fiesta de los Reyes Magos una tradición que ha sido el corazón de esta comunidad en Tlajomulco, Jalisco, por siglos, y que sigue siendo un faro de fe, cultura y unión familiar. La devoción a los Reyes Magos en Cajititlán tiene raíces profundas. Todo comenzó hace más de 400 años, cuando los frailes franciscanos llegaron a esta región y trajeron consigo la historia de los tres sabios que viajaron desde tierras lejanas para adorar al Niño Jesús. Pero lo que ellos no imaginaron es cómo este relato se fundiría con la vida de las personas y se convertiría en algo único.


Aquí, los Reyes Magos son protectores, guías espirituales y el símbolo de una fe que se vive día a día. Sus imágenes no solo son veneradas, sino que despiertan un amor y una devoción que trasciende generaciones.


La celebración comienza el 31 de diciembre y llega a su punto culminante el 6 de enero, Día de la Epifanía. Para los habitantes de la región, no es solo una fecha más en el calendario; es un tiempo de encuentro, de abrir el corazón y de vivir su fe de manera comunitaria.


Entre todos los momentos especiales de la fiesta, destaca la famosa procesión acuática. Las imágenes de los Reyes Magos son colocadas en barcazas decoradas con flores, luces y colores, y llevadas a través de la laguna de Cajititlán. Es un espectáculo que emociona tanto a quienes lo viven por primera vez como a aquellos que lo han presenciado desde niños. Al ver las imágenes reflejadas en el agua, uno no puede evitar sentir una conexión más profunda con lo divino y con la naturaleza.


Pero esta fiesta no es solo para los creyentes; es para todos. En Cajititlán, durante estos días, las puertas siempre están abiertas. Las familias reciben con alegría a los peregrinos y visitantes, compartiendo comida, historias y momentos de fe. La generosidad y la calidez de la gente hacen que cualquiera se sienta en casa. Además, la fiesta es un espacio donde las tradiciones cobran vida. Las danzas típicas, los trajes coloridos y los cantos tradicionales nos recuerdan de dónde venimos y lo importante que es conservar nuestras raíces.


Lo más hermoso de esta fiesta es que no se queda en el pasado. Cada año, los más jóvenes toman la estafeta de sus padres y abuelos, aprendiendo los cantos, ayudando a decorar las calles y participando en las peregrinaciones. Cajititlán es un ejemplo de cómo una comunidad puede mantenerse unida a través de su fe y sus tradiciones, mientras encuentra formas de adaptarlas al presente.


En un mundo que a veces parece perderse en la prisa, la Fiesta de los Reyes Magos en Cajititlán nos invita a detenernos, a reconectar con lo que realmente importa: la fe, la familia y la comunidad. Así, Cajititlán no solo celebra una tradición; celebra la vida misma, con sus colores, su música y su capacidad para unirnos en lo más esencial. Y cuando todo termina, lo que queda no es solo el recuerdo de una fiesta, sino la certeza de que, mientras sigamos juntos, hay esperanza para el futuro.

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