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Escuchemos al pueblo

  • Foto del escritor: Francisco M. Sánchez Jáuregui
    Francisco M. Sánchez Jáuregui
  • 12 sept 2024
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 19 sept 2024

Mientras, algunos aburguesados siguen apelando a una supuesta superioridad que se diluye en el número de la democracia que tanto defienden. Propongamos nosotros una alternativa para todos, con todos.  Dejemos de comportarnos con aires burgueses y salgamos a las calles a escuchar las motivaciones del pueblo para hacer un cambio en el país. El pueblo está disfrutando lo votado y no niega que es una revancha de los de abajo.

Opinión | Libres

12 de septiembre de 2024.- «Disfruten lo votado» es una sentencia que leo con frecuencia en las redes sociales. Entiendo que es una especie de complejo de superioridad moral con el que un sector de la población le advierte a otro que padecerá las consecuencias de su nefasta elección. Si ponemos atención a lo que pasa más allá de nuestro entorno cercano, si salimos de la burbuja de la engreída superioridad, caeremos en cuenta que la gran mayoría de los mexicanos realmente disfruta lo que está sucediendo en la política y, particularmente, disfruta la aprobación de las reformas en materia judicial.

El pueblo está disfrutando lo votado y no niega que es una revancha de los de abajo. El reto que tenemos es estar inmersos en la vida del pueblo, para poder impulsar el cambio hacia el bien común, evitando la ruta del partido hegemónico a la que nos llevan, por activa MORENA y, por pasiva, la oposición.

Mucha gente realmente se alegra ante lo que está viendo. Le gusta ver a la oposición traicionarse y exhibirse, ver a un político como Ricardo Anaya otra vez frustrado e impotente; a un Marco Cortés siendo señalado por otro panista desde la tribuna del Senado; a un supuesto trabajador del Poder Judicial intoxicarse él mismo con polvo de extintores intentando montar un escenario mediático de represión al tiempo que es videograbado en su ridículo heroísmo patriotero.


En la tienda de la esquina vi a mi vecino el tendero atento al debate de la reforma y reír al ver que aquellos que presumían de ser demócratas toman por asalto la sede de un poder soberano como el Senado y decir, con razón, que esos que asaltan el Senado son unos hipócritas. He sido testigo de como goza el mecánico del barrio al ver que los que antes tuvieron el poder y ejercieron las aplanadoras para sacar reformas impopulares hoy no pueden contener los cambios constitucionales que fragua MORENA. La desesperación en los rostros de las viejas élites es un manjar para el pueblo que siente que ha tomado el control. Es una revancha popular sin disimulo.


Ante esta realidad, que no puede ser más tangible, tenemos dos alternativas: mantener la actitud engreída de la superioridad moral y política que no lleva a ninguna parte más que a la confrontación y la división social, o procurar una mejor comprensión de esas mayorías sociales que nos dicen una y otra vez que quieren que México cambie. Después de estos seis años de lopezobradorismo, creo que es tiempo de optar por una actitud de mayor empatía y reconocimiento para con esas mayorías populares.


Es inviable, si queremos construir una alternativa a MORENA, mantener como nuestros principales interlocutores públicos a personajes como Alito, Anaya, Cortés, Acosta Naranjo o Claudio X. González. O, peor aún, subordinar nuestra agenda a la suya para sentir que somos partícipes de una amplia resistencia «democrática» a López Obrador, anulando nuestros principios y convicciones, esperando que las élites de la oposición nos cedan espacios. ¿Es que no nos damos cuenta que no cederán, que esos lugares están pactados maquiavélicamente con Yunes y otros tantos traidores de México? ¿Acaso ellos representan lo mejor de lo que ha de oponerse a los políticos autoritarios?


La reforma judicial es inminente, sus impulsores tienen la mayoría de los Congresos locales, pero, contra lo que los agoreros de las calamidades dicen todos los días, México no caerá inevitablemente en una dictadura. Ha sido un cambio histórico y hecho de forma autoritaria, sí, pero no es el primero ni será el último que sufre nuestro país por la voluntad despótica de un grupo.  Aún quedan muchos ladrillos por pegar para construir un nuevo país y nuestra generación no será la primera que tenga que recuperarlo cuando ha caído en manos de la oligarquía.



Mientras, algunos aburguesados siguen apelando a una supuesta superioridad que se diluye en el número de la democracia liberal que tanto defienden. Propongamos nosotros una alternativa para todos, con todos.  Dejemos de comportarnos con aires burgueses y salgamos a las calles a escuchar las motivaciones del pueblo para hacer un cambio en el país. Sí, el pueblo está disfrutando lo votado y no niega que es una revancha de los de abajo. El reto que tenemos es estar inmersos en la vida del pueblo para poder impulsar el cambio hacia el bien común, evitando la ruta del partido hegemónico a la que nos llevan, por activa MORENA y, por pasiva, la oposición.

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